sábado, 13 de octubre de 2007

Decisión Madura

Quería inventarle apodo para que me dejaran tranquila, pero nunca se me ocurrió uno que las satisficiera. Eran las líderes y yo una más de la tropa.
Mientras ellas planeaban todo, permanecía sentada como indio en la colchoneta de ese lugar sucio y maloliente. Probaba cada cosa que estaba a mi alrededor, sin conciencia. Así me gustaba. Lo disfrutaba más, sola.
Sabía que ellas esperaban que yo participara de sus absurdas ideas, pero no podía pensar. No quería seguirlas, era ridículo y poco excitante.
Sus ocurrencias ya me molestaban. Todos los días consumíamos lo mismo, en iguales cantidades, me sentía mal, después, y siempre terminaba vomitando.
Entonces, asumí que lo mejor sería alzar la voz de una vez por todas e ir en busca de nuevas sensaciones.
—Ya me aburrí de comer helado con “guagüitas”. El próximo juego lo elijo yo, porque no me gustan más las barbies.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ese fue el final mas encantador de la vida, me esperaba cualquiero cosa menos eso.
cariños .*

Anónimo dijo...

No sé si leas los comentarios, pero no importa. Parece que ya es tarde como para dejar uno, pero tampoco importa. Sigue escribiendo en lo del blog. Imagino que lo digo porque sé que yo no puedo.
Y cámbiale el título al cuento. Lo demás lo dejas igual.

ns.